Una de mis debilidades...

Como ese mosquito que siente la sangre entre sus patas, como Jimi Hendrix al ver una guitarra solitaria, como un alcohólico que inspira la esencia de una botella de Jack Daniel´s, como una leona al oír los pasos de su presa: así responden mis dedos cuando intuyen la presencia de una hoja en blanco.

Y es que desde que aprendí de pequeña a garabatear en un papel, no he dejado de imaginar, soñar y crear nuevos mundos.
Eternity's Wife.

martes, 10 de julio de 2012

Tiempo egoísta

Bien, cuarenta minutos para escribir algo.
No se trata de escribir por escribir, porque lo cierto es que me muero de ganas por encontrar ese momento en el que empiezas a plasmar todo eso que piensas y sientes, las letras te enganchan y te olvidas del reloj. Sí, ese dichoso y odiado reloj, el que hace que siempre estemos pendientes de algo que llegará a una hora determinada, un día determinado, como seres cronometrados. Ocurre especialmente cuando llega la edad adulta y las responsabilidades llaman a nuestra puerta a cada minuto. Hacen que olvidemos que son necesarios esos felices momentos de mera existencia, en que el tiempo pasa a otra dimensión y no tenemos que calcular lo que haremos en el futuro, ni pensar en el pasado. Sólo importa el AHORA.
Durante el tiempo de estudio, sueño con el verano y con tener esos días repletos de nada:  nada de horarios, de obligaciones, no hay todavía planes y puedes ir moldeando las horas a tu gusto, haciendo todo eso que te encanta y que nunca puedes hacer por falta de tiempo. Pero vaya, cuando llega el verano lo cierto es que los minutos vuelan, se esfuman mucho más rápido que de costumbre, y la paz soñada se convierte en días llenos gente y de planes imprevistos con ellos, planes que pueden ser igualmente buenos pero hacen que se olvide esa lista mental de tiempo dedicado a uno mismo.
Así que, dejando escritas estas líneas entre interrupciones familiares y llamadas telefónicas, me voy, con la esperanza de encontrar en estos dos calurosos meses días de tiempo egoísta, de sentirme como en una isla desierta y de encontrar la paz interior. O quizá lo mejor será ir ahorrando para un viaje a la India y allí convertirme al Budismo. O simplemente, creo que me apuntaré a yoga.

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