Aún recuerdo aquel sueño.
Soñé que avanzaba a través de un cielo raso hacia un gran oasis. Un espeso humo con sabor a frutas me rodeaba y con un suave y agradable tacto, me rozaba los labios para introducirse por mi garganta.
En el sueño había algo que, con delicado movimiento, como pluma mecida por el aire, me provocaba un escalofrío en la espalda.
Después, miles de burbujas rodeaban mi cuerpo. Había una toalla húmeda entre las hojas de una palmera, y un arma blanca, pero no recuerdo dónde. También recuerdo que alguien descalzo corría por la arena y lanzaba un balón de fútbol a una portería. Todos eran goles, porque allí no había nadie que los parase.
La luna. Había una gran luna llena cuyo reflejo temblaba ante el anzuelo de nocturnos pescadores. Y una tumbona. De nuevo el escalofrío, pero esa vez en el estómago.Yo no quería dejar de mirar aquella luna.
Sonaba una canción, no recuerdo cual...sólo sé que era del disco Allenrok; y, de repente, yo sostenía una piedra en una mano y en la otra, una concha marina con forma de corazón.
Recuerdo palabras. Había palabras que en ese sueño tenían un sentido completo y que yo deseaba oír eternamente. Sin embargo, ahora ya no son más que sonidos inaudibles por el romper de las olas.
Esos recuerdos parecen tan reales... Pero también recuerdo el amargo despertar, por eso estoy segura de que tan sólo fue un sueño.
Aunque, ¡guardadme un secreto!: Todavía conservo esa concha del sueño, la robé...
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